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Jan 18, 2011

Una también tiene sus vueltas Oh la la


Siempre dicen que los hombres argentinos son de lo más exigentes con las minas y por eso nosotras somos medias histéricas con todo el tema de la estética. Una también tiene sus neuras. Alguien decía ayer por acá que le miraba los zapatos a un hombre. Y las manos. No puedo estar más de acuerdo. Debe ser un temita femenino pero claramente clavo la mirada en manos y después bajo.

Hasta los pies.

Manos. No me gustan las manos demasiado femeninas en los hombres, es decir, el dedo largo, fino y delicado podemos dejarlo para los pianistas. No necesito elegancia en ese rubro. Unas manos bien masculinas, cuidadas y SIN UÑAS COMIDAS son suficientes. ¡Nada de manicure al estilo de ciertos animadores televisivos!

Los zapatos, por otro lado, tienen sus vueltas. No a las sandalias en los varones a menos que seas italiano, te llames Giancarlo y tengas tal vez un velero esperándome para un viaje por el Mediterráneo. En cualquier otro formato, las evitaría. Pero claro, es una cuestión de onda. De playboy sex symbol del jet set europeo a jubilado saliendo de las aguas termales hay un paso. Evitaría cruzarlo.

¿Ojotas? Para la playa. Esas chancletas de vestuario futbolero que usaba el Diego simplemente me bajan la presión.

Suelas anchas en "zapatos de vestir" me deprimen levemente. No las puedo pasar. Entiendo que sean más cómodos pero no se trata de comodidad la vida. Pregunten si no cómo sobrevivimos en stilettos. Lo hacemos por ustedes. Devuelvan el favor. Puntas demasiado largas y excesivamente cuadradas tampoco.

Zapatillas deportivas (de correr, literalmente) con jean clarito y remera metida adentro. Complicado.

Así como algunos tipos tienen un fetiche con los zapatos y los pies femeninos al desnudo, a mí me pasa lo mismo, salvo que al revés; los quiero guardaditos a menos que estemos en la playa.

Para todo lo demás, existe el amor.


Extraigo esto de la Revista Oh la la

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